Desventuras de un Francés entre los Patagones
, año 2002 , Centro cultural de España, Buenos Aires
Cronica de un encuentro
La historia de Guinnard es la crónica de un encuentro violento entre culturas. Es también la historia de un hombre de 24 años, que en 1856 fue tomado prisionero por los indios, quedando atrapado entre dos mundos. Sin caballos ni dinero para pagar un guía se internó en el desierto, junto a un ocasional compañero de viaje, europeo como él, sin más provisiones que algo de comida, un poco de polvora para la caza y una brújula. Fueron sorprendidos en territorio hostil, su acompañante fue muerto y Guinnard tomado prisionero. Su periplo a partir de allí fue una suerte de quimera donde su vida se convirtió en objeto de intercambio. De una tribu a otra, fue cambiado por un buey, un caballo, por varias telas ... No pensaba en otra cosa que en su fuga. Cuando descubren que sabe leer y escribir fue usado como “escribano”; logró amparo en los toldos de Calfucurá quien mediaría para salvarlo y al cual termina sirviendo hasta el día de su épica fuga. Después de tres años de penoso cautiverio regresó a la su patria, donde años mas tarde publicaría los relatos de su experiencia americana, llenos de detalladas descripciones sobre una forma de vida que se extinguía, invocados con una extraña belleza que es a la vez terrible, romántica y caprichosa.
La historia de Guinnard sintetiza el caracter épico de uno de los episodios que signaron la construcción de nuesta nación sobre la base de una inaudita violencia, encarnada unas veces por la civilización, otras en la barbarie. Las condiciones de la representación subyacen en la imaginación misma, La imaginación substituye a la realidad y juntas componen una imagen que como idea o figura retiene y recrea nuestros propios mitos; conlleva también la idea de presentarse "como el otro" poniendose en su lugar, manifestando uno su aspecto, la idea misma de la representación como imagen y como gesto se cruza con la conformación de nuestro imaginario colectivo. La elección del lenguaje fotográfico me posibilita subvertir la perspectiva del observador, incitándolo a descubrir la seductora incertidumbre de las paradojas visuales, abriendo nuevos ordenes semánticos siempre dentro del campo de la representación y mas allá de la metáfora o el símbolo.